En el Tantra, no es el hombre el que
«hace» el amor -más o menos bien- con la mujer, sino que dos repúblicas
celulares, dos universos, se unen.
Para captar la clave del Tantra, hay que comprender que:
• Mi cuerpo real es, de hecho, un universo de una complejidad extraordinaria, cuya vida secreta desconozco.
• Mi cuerpo vivido es un simple imagen, un esquema, una construcción mental, y es el único aspecto que conozco.
• Mi cuerpo es producido y animado por una Inteligencia creadora, la misma que suscita y preserva el universo, desde la más ínfima partícula subatómica a la más gigantesca de las innumerables galaxias.
• Mi cuerpo guarda, en sus profundidades ocultas, potencialidades insospechadas, energías extraordinarias, que en su mayoría quedan sin cultivar en el hombre común, pero que la práctica despierta y desarrolla.
• El cuerpo vivido, percibido, es una simple representación mental que no tiene mucho que ver con la grandiosidad del cuerpo real.
Dentro de esta perspectiva, el acto sexual tántrico es vivido de manera muy diferente al ordinario, el profano.
En el Tantra, no es el hombre el que «hace» el amor -más o menos bien- con la mujer, sino que dos repúblicas celulares, dos universos, se unen.
El hombre y la mujer están conectados entre sí, los intercambios se hacen en todos los planos. Gozar es entonces un subproducto no esencial. En lugar de estar centrado en su placer egoísta, cada uno se abre al universo corporal del otro como al suyo propio. El orgasmo no se rechaza, pero no tiene importancia real, ni para Shakti, ni para Shiva.
El maithuna tántrico ritualizado, sacralizado, crea así una relación muy diferente al contacto profano, gracias a esta actitud comtemplativa del otro y del acontecimiento que constituye la unión.
Vivido en total apertura de espíritu y de sentidos, el amor sexual se convierte en una revelación.Mucho tiempo antes de que se produzca el orgasmo masculino, la pulsión sexual se convierte en lo que podría describirse, psicológicamente, como una cálida fusión de la pareja: él y ella parecen fundirse verdaderamente uno dentro de otro. Nada se hace para que las cosas se produzcan. Sólo hay un hombre y una mujer que exploran sus sensasiones espontáneas, sin idea preconcebida en cuanto a lo que debería pasar, pues la contemplación no concierne a lo que debería suceder sino a lo que es.
Se trata de establecer una corriente de intercambios entre los sentidos y su objeto, sin prisa, sin ningún deseo de posesión. En nuestra cultura, donde falta esta actitud, el contacto es breve, el orgasmo femenino raro o escaso, el hombre demasiado precoz, forzado por movimientos prematuros.»
«La relación contemplativa inmóvil prolonga los intercambios casi indefinidamente, frena el orgasmo masculino sin molestias, no obliga al hombre a apartar forzadamente su atención del acto. Además, una vez habituados a este enfoque, se podrá ser muy activo, durante mucho tiempo, gratificando así a la mujer con un máximo de estimulación.»
Aunque esto no sea el Tantra, donde este intercambio comtemplativo es un simple preliminar, su mérito esencial es otorgar tiempo a la experiencia, lo que resulta indispensable para la participación total de cada célula. Implicar a cada fibra del cuerpo de cada uno de los miembros de la pareja lleva más de diez o quince minutos!
Recuerda que la meta tántrica es la condición de Unidad.
En términos más «actuales», podríamos decir que la meta consiste en lograr la autorrealización o la integración personal, o simplemente la totalidad.
La palabra tántrica para el Uno es Shiva-Shakti, que se refiere a la unión de la consciencia cósmica con la energía creativa, la fuerza que mueve la creación, la combinación perfecta de lo masculino y de lo femenino que forman el Uno indiferenciado.
En el cuerpo residen Shiva y Shakti, que penetran y animan todas las cosas. En el cuerpo está Prakriti-Shakti y todos sus productos. El cuerpo es un inmenso depósito de poderes (Sakti). El objetivo del rito tántrico es llevarlos a su plena expresión.
FUENTE: http://energiafemenina.blogspot.com.ar/
Para captar la clave del Tantra, hay que comprender que:
• Mi cuerpo real es, de hecho, un universo de una complejidad extraordinaria, cuya vida secreta desconozco.
• Mi cuerpo vivido es un simple imagen, un esquema, una construcción mental, y es el único aspecto que conozco.
• Mi cuerpo es producido y animado por una Inteligencia creadora, la misma que suscita y preserva el universo, desde la más ínfima partícula subatómica a la más gigantesca de las innumerables galaxias.
• Mi cuerpo guarda, en sus profundidades ocultas, potencialidades insospechadas, energías extraordinarias, que en su mayoría quedan sin cultivar en el hombre común, pero que la práctica despierta y desarrolla.
• El cuerpo vivido, percibido, es una simple representación mental que no tiene mucho que ver con la grandiosidad del cuerpo real.
Dentro de esta perspectiva, el acto sexual tántrico es vivido de manera muy diferente al ordinario, el profano.
En el Tantra, no es el hombre el que «hace» el amor -más o menos bien- con la mujer, sino que dos repúblicas celulares, dos universos, se unen.
El hombre y la mujer están conectados entre sí, los intercambios se hacen en todos los planos. Gozar es entonces un subproducto no esencial. En lugar de estar centrado en su placer egoísta, cada uno se abre al universo corporal del otro como al suyo propio. El orgasmo no se rechaza, pero no tiene importancia real, ni para Shakti, ni para Shiva.
El maithuna tántrico ritualizado, sacralizado, crea así una relación muy diferente al contacto profano, gracias a esta actitud comtemplativa del otro y del acontecimiento que constituye la unión.
Vivido en total apertura de espíritu y de sentidos, el amor sexual se convierte en una revelación.Mucho tiempo antes de que se produzca el orgasmo masculino, la pulsión sexual se convierte en lo que podría describirse, psicológicamente, como una cálida fusión de la pareja: él y ella parecen fundirse verdaderamente uno dentro de otro. Nada se hace para que las cosas se produzcan. Sólo hay un hombre y una mujer que exploran sus sensasiones espontáneas, sin idea preconcebida en cuanto a lo que debería pasar, pues la contemplación no concierne a lo que debería suceder sino a lo que es.
Se trata de establecer una corriente de intercambios entre los sentidos y su objeto, sin prisa, sin ningún deseo de posesión. En nuestra cultura, donde falta esta actitud, el contacto es breve, el orgasmo femenino raro o escaso, el hombre demasiado precoz, forzado por movimientos prematuros.»
«La relación contemplativa inmóvil prolonga los intercambios casi indefinidamente, frena el orgasmo masculino sin molestias, no obliga al hombre a apartar forzadamente su atención del acto. Además, una vez habituados a este enfoque, se podrá ser muy activo, durante mucho tiempo, gratificando así a la mujer con un máximo de estimulación.»
Aunque esto no sea el Tantra, donde este intercambio comtemplativo es un simple preliminar, su mérito esencial es otorgar tiempo a la experiencia, lo que resulta indispensable para la participación total de cada célula. Implicar a cada fibra del cuerpo de cada uno de los miembros de la pareja lleva más de diez o quince minutos!
Recuerda que la meta tántrica es la condición de Unidad.
En términos más «actuales», podríamos decir que la meta consiste en lograr la autorrealización o la integración personal, o simplemente la totalidad.
La palabra tántrica para el Uno es Shiva-Shakti, que se refiere a la unión de la consciencia cósmica con la energía creativa, la fuerza que mueve la creación, la combinación perfecta de lo masculino y de lo femenino que forman el Uno indiferenciado.
En el cuerpo residen Shiva y Shakti, que penetran y animan todas las cosas. En el cuerpo está Prakriti-Shakti y todos sus productos. El cuerpo es un inmenso depósito de poderes (Sakti). El objetivo del rito tántrico es llevarlos a su plena expresión.
FUENTE: http://energiafemenina.blogspot.com.ar/
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